Analizando el resultado de la
flashmob sobre concienciación lingüística del pasado 31 de mayo, no he podido
pasar por alto uno de los elementos más utilizados en la comunicación no
verbal: las manos.
Cuando gente de diferentes
idiomas quiere comunicar, necesita un lenguaje común para entenderse. En estos
casos la traducción es una buena forma de comunicar.
En casi todas las
conversaciones fotografiadas desde lo alto, se convierten en las protagonistas
de los diálogos y en el centro de atención.
El lenguaje no verbal es una
parte muy importante de la comunicación.
Albert Mehrabian estudió este
lenguaje y encontró que en situaciones en que la comunicación verbal es
altamente ambigua, solo el 7 por ciento de la información se atribuye a las
palabras, mientras que el 38 por ciento se atribuye a la voz (entonación,
proyección, resonancia, tono, etcétera) y el 55 por ciento al lenguaje corporal
(gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración, etcétera).
Podemos afirmar que una
flasmob tiene un componente altamente ambiguo, y a los hechos nos remitimos: no
solo los flashmobbers tiraron del recurso de las manos para hacerse entender,
sino también los paseantes que se enfrentaban al reto de comunicar sin saber el
idioma en que le estaban hablando. En algunos casos la comunicación estuvo casi
en el rango de la mímica, ese arte de transmitir las ideas a través de gestos.
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