Divagaciones semánticas y sentimentales de un traductor jubilado al descubrir TranslatorsVillage, el “Poblado del Traductor”
Por Manuel José González*
Superado
el consiguiente trauma-acomplejamiento juvenil de inexperto traductor,
motivado por el anatema “crociano” (Benedetto Croce)
“Traduttore-Traditore”, con el entusiasmo, la constancia y la
experiencia de los años, convertime en barquero de barquichuelas, en
piloto de naves y navíos, en ingeniero de caminos, arquitecto de puentes
y transbordadores, emisario y mediador entre lenguas y culturas,
embajador de “alianzas de civilizaciones”. Resumiendo, en orgulloso,
“pobre y contento” (ver ilustracion) obrero de la palabra, metáforas que
vienen como anillo al dedo al profesional de la traducción.
1ª edicion de la Picara Justina Medina del Campo - 1605 |
Me
justifico y explico: El término alemán Übersetzer, culpable de estas
elucubraciones, derivado del verbo “übersetzen” designa al que
transporta o traslada mercancías o cargamentos varios (entre éstos
“palabras preciosas”) de una orilla a otra del rio. Precisamente esta es
la labor del translator (inglés), heredero también del patrimonio
latino “trans-fero-tuli-latum” (llevar a otro sitio). Y de toda la
numerosa familia románica heredera directa del latino TRADUCTOR-RIS, a
su vez procedente del tronco “traducere”-duxi-ductum (el que hace pasar
de un sitio a otro, de una clase a otra). Ejemplos que lo avalan:
traductor (español), traducteur (francés), traduttore (italiano),
tradutor (portugués), translador (rumano) etc. Curiosamente la lengua
románica más distante de Britania es léxicamente la más cercana en el
caso que nos ocupa.
En
consecuencia y recopilando: los traductores somos desde tiempos
inmemoriales barqueros de barquichuelas a remo como Lázaro González,
alias Lazarillo de Tormes, vigilante de la “barca de la vida” cargada de
pícaros, criaturas de creación literaria. Y de simples remeros, por la
magia del tiempo y el mandato de la vida, nos hemos convertido en
ingenieros-arquitectos tendiendo caminos y levantando puentes por los
que trasladar de unos países a otros el cargamento de la palabra viva y
escogida, convertida en libros. Labor dignísima. Ardua a veces.
Responsable siempre.
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*Manuel José González es el primer traductor de la edición completa de Simplicius Simplicisimus al español. Profesor en Germanística en la Universidad Complutense. Jubilado en la actualidad publica su blog de memorias en http://manueljoseysusmemorias.blogspot.co.uk/
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